Vamos a presentar una novedad en nuestro blog; la publicación de una pequeña historia detectivesca en dos partes. Esperamos que os guste y que nos dejéis vuestra opinión :)!
Reflejo de lluvia - Primera parte
La lluvia golpeaba fuertemente
los cristales de la comisaría. Avenue
de New York 62. París. Es la “Ciudad de la Luz”, por sus calles habían
caminado algunas de las personas más importantes de la historia de la
humanidad; pero cuando llueve, la suciedad de las aceras fluye hasta las
alcantarillas igual que en cualquier otra ciudad terrenal. La cuenta atrás
llegaba a su fin. Nathalie Laurent observaba la distorsionada imagen de la
emblemática torre a través de la ventana. Enfocó su mirada en el río. Se
abstrajo hasta tal punto que no sabía si el agua que viajaba en el ambiente
venía del cielo o del río. Un fuerte golpe en la mesa la hizo aterrizar.
-¡Una hora! Eso es lo que nos
queda. Detective Nathalie, deje de mirar por la ventana y venga aquí a apoyarnos
un poco – gritó el comisario Pierre Durán.
-Estaba… Pensando. La clave debe
estar cerca – dijo Nathalie.
Se acercó a la gran mesa situada
en el centro de la habitación. A su alrededor estaban: ella, el comisario y el
agente Philippe Charpentier. Toda la información conocida en cuanto al caso se
encontraba allí encima; a excepción de la que se encontraba clavada en el mapa
del corcho de la pared. Nathalie empezó a divagar sobre toda la investigación,
intentando atar cabos en un tiempo récord.
Los datos que tenían no eran
abundantes. Hace una semana, desaparecieron varias preciadas prendas y artículos
del Palacio Galliera, de la reciente exposición dedicada a la difunta diva
Marlene Dietrich. Los encargados lanzaron la alarma muy poco después del acto.
El robo debió ser perpetrado por alguien extraordinario, puesto que nadie vio
ni oyó nada en ningún momento.
Al día siguiente, uno de los
vestidos fue encontrado en la fuente Stravinsky. Estaba en perfecto estado,
pero traía una novedad. En su interior se encontraba un pequeño retazo de papel
en el que ponía, literalmente: “Cinco días para la quema. Brest”. No había
huellas o marcas de ningún tipo. Las palabras hacían prever lo peor. Los
encargados de la exposición se iban poniendo cada vez más nerviosos. El día
después, otro artículo apareció, esta vez en la plaza de la Bastilla. “Cuatro
días para la quema. Bourdeaux”, ponía en esta ocasión. La escena se repitió
todos los días posteriores…
Hasta hoy. Exactamente a las 2:05
de la madrugada, sonó el timbre de la comisaría. La mayoría se habían quedado
trabajando infructuosamente en el caso. Philippe contestó el interfono. Nadie
respondió, así que salió a la puerta. Había un paquete en el suelo. Lo recogió
y lo llevó al interior de la comisaria, donde lo puso encima de una mesa. Al
abrirlo, su sorpresa fue mayúscula. Regresó corriendo a la puerta y miró por
toda la calle. No vio a nadie sospechoso, ni con aspecto de poder haber visto
algo, por lo que volvió a la mesa y subió el paquete hasta la sala donde se
encontraba el comisario y la detective. Era otra prenda con un papel en su
interior: “11:55 horas para la quema”; lo cual equivale a las doce de la noche
de este mismo día. Sin ninguna ciudad señalada esta vez, lo cual les hizo
pensar que podría ser en París, o que quizás no les hacían falta más datos.
En el momento actual son las 23:04.
-… ¡¿Acaso me está escuchando!? –
dijo el comisario.
-¿Qué? - respondió Nathalie cuando volvió de nuevo.
-… En pocas palabras, tenemos a
todos los agentes rastreando las zonas aquí marcadas. Aún no hemos recibido
noticias importantes de ninguno de ellos.
-Ni las recibirán. No está en
ninguno de esos lugares. No. Ni mucho menos. Está jugando con nosotros. Es un
puzle que tenemos que resolver.
-¿Cómo está tan segura? Tenemos
todos los datos recopilados y analizados de una y mil formas y no hemos
encontrado nada; además ¿por qué nos propondría un puzle? Esto no es una
película - preguntó Philippe.
-Nadie ha dicho que lo sea. Él o
ella no roba para lucrarse, o para destruirlo por algún motivo. Si no, no
habría estado dejando prendas por ahí sueltas con esas notas. Quiere jugar con
nosotros. Imagino que eso le llena. Tengo la casi plena convicción de que esto
lo hace por diversión, para demostrar algo.
-¿Ve por qué no apoyé que
colaborara en el caso? Agente Charpentier, déjela con sus pensamientos y
sigamos trabajando aquí – dijo Durán mientras miraba a Philippe, en un tono
frío y peyorativo.
Nathalie ignoró el comentario y
se quedó mirando fijamente el mapa. Había escrutado toda la carrera de Marlene
Dietrich, pues estaba segura de que parte de la resolución del puzle estaba
allí; la elección de esa exposición no podía ser fortuita. También había
intentado formar algún tipo de forma geométrica con todas las ciudades
recogidas en las notas. La única forma que podría encajar de alguna manera es
la del círculo, ya que los puntos daban la vuelta a toda Francia… Pero no
habían encontrado ninguna correspondencia directa.
Tras unos minutos, se dio la
vuelta y volvió a mirar hacia el rio. La lluvia, la noche y la ciudad. Era algo
mágico, etéreo, que le permitía concentrarse como ninguna otra cosa en el
mundo. Sus pupilas se contraían.
Entonces, la revelación llegó. El
nítido reflejo de la habitación en la ventana, producido por el contraste entre
la oscuridad exterior y la luz interior, le proporcionó la pieza que faltaba.
Se veía reflejado, el mapa y el cartel situado a su lado; del que se observaba:
“80 otnematraped”. Mezcló ambas ideas y creyó resolver la situación. Fue
corriendo al ordenador, golpeando sin querer a Philippe. Los policías
se quedaron sorprendidos por su reacción.
-¿Se puede saber qué pasa ahora?
– preguntó, extrañado, el agente.
-¡Creo que lo tengo! – dijo
Nathalie, apresurada.
Se sentó y comenzó a aporrear las
teclas hasta producir un sonido en sincronía con los engranajes de su cabeza.
Buscó en internet: “La vuelta al mundo en ochenta días”. Clicó en el resultado
relacionado con la película filmada en 1956. En él se hablaba sobre las
localizaciones exactas donde transcurría el filme. Allí lo encontró. Se levantó
rápido, con una pequeña sonrisa en su cara y señalando una dirección mostrada
en el artículo.
-Comisario, debemos ir allí, aún queda
tiempo. Prepare una patrulla.
-¡Espere un momento! Si no me da
una razón plausible no pienso desmontar la operación que tenemos ahora mismo –
dijo el comisario Durán.
-¡Bien, escuche! Se lo resumiré.
La exposición está dedicada a la figura de Marlene Dietrich, ¿verdad? Al igual
que, imagino, alguno de su equipo, investigué a fondo su vida y carrera
artística. Antes tuve una revelación, una epifanía. Fíjese, todas la
localizaciones que nos ha dado terminan formando una especie de círculo
alrededor de Francia. Entonces recordé que Marlene Dietrich realiza un pequeño
papel en la versión de 1956 de “La vuelta al mundo en ochenta días”; obra cuyos
protagonistas pasan por París. Así que he buscado los lugares donde fue filmada.
Y esa es la dirección, en la Rue de Rivoli, como puede ver. No es arbitrario,
está muy cerca del lugar donde encontramos una de las prendas.
-Parece una locura… Realmente no
hay ninguna indicación directa. Ese círculo del que hablas podría no tener nada
que ver y la película podría ser una simple coincidencia. Todas las conexiones
de las que habla son demasiado aleatorias. No creo que debamos emprender esta
quimera.
-En cualquier caso, no tiene un
plan mejor. Vayamos nosotros al menos… Bueno, yo iré igualmente, síganme si
quieren – dijo Nathalie en un tono firme, mientras caminaba hacia la puerta.
-… Señor, en eso tiene
razón. A las muy malas, quizás se nos
ocurra algo si nos da un poco el aire – dijo el agente Charpentier al comisario.
-… Sigue pareciéndome una locura.
Pero bueno, quizá tenga razón. ¡Espere Laurent!
Continuará...
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